-“Con cuales ojos vez al mundo?” le pregunta el.
Sentada en una silla, frente la vantana mientras cai la lluvia afuera. Cada gota le oscurese la cara, a como va resbalandose por la ventana. Siente el frio del vidrio, empapado con el sudor del aliento de ambos. Lo mira a el, y la perturba una media sonrisa que de pronto como llego, se pierde. Las lagrimas tristes de la lluvia siguen corriendo en la sombra caida a su rostro. Quisiesen caer junto ellas, las lagrimas que tanto ha guardado entre su vida, lagrimas que cada una contiene algun recuerdo doloroso de su experiencia. El genesis de su voz se pone tembloroso, y no alcansa dirigirle ni una palabra.
“Los ojos de herida, solo son, una herida si mismos,” le dice el.
Ella gira su mirada a si el vidrio, la lluvia todavia caendo, pero con menos violencia. Las luces tras la ventana, las de la ciudad pequeña, parecen fuegos solitarios que alumbran solamente sus alrededores, la tierra mojada. Y en ese momento siente dentro de ella un frio que es contrario al calor del cuarto, en el cual se escuchan los gemidos de la calefaccion exhausta. Es el mismo frio, que trairia las lagrimas a su rostro si lo hubiese dejado muchas veces en el pasado. Cierra los ojos y los aprieta para fingir no sentir nada, como tanto lo ha hecho dentro de su vida, y lo mira a el. Suelta su voz, sin temblores.
“Empiezo, empezamos, o eso es todo?’ le pregunta.
El la mira con la misma sonrisa que siempre le sucede despues de sus desafios. Igual que siempre, baja la cabeza y vuelve de nuevo su mirada asi a ella, pidiendole empezar, sin palabra. Y lo siguiente, que toma de siete a once minutos, deja ella que suceda, sin pensar ni siquiera en tener que hacer esfuerzo. Y siente el nuevo calor que le viene con el peso de su cuerpo, sobre el de ella. Y se pierde en pensamientos por los primeros seis a diez minutos.
Piensa en la primera vez que le sucedio aquello, que sucede, aun mientras ella esta en sus pensamientos. En aquel cuarto pequeño con solo una cama, una tele, una silla y una mesa. Recuerda hasta el olor a vacio y el miedo a lo desconocido, que si lo hubiese dejado, hubiera estremecido su cuerepo. Tuvo el pensamiento, en esa occasion, que si hubiera estado embriagada, todo se le hubiera echo mas facil, pero decidio no beber cuando la bebida se le fue ofrecida. Estuvo arrepentida, en el estar parada frente una cama extranjera, con los ojos de hombre desconocido sobre su cuerpo. En ese momento se le hubiesen caido las lagrimas si no hubiera cerrado los ojos. Y se hecho a la cama, y a su destino. Sin saber como, se desenlazo su alma y dejo a su cuerpo en las manos de ese hombre desconocido. Tal que en esos primeros siete minutos comprados, solo sintio el movimiento de la cama, la pression del cuerpo de hombre sobre el de ella y aquella sensacion entre sus piernas. Al abrir los ojos se encontro sola en el cuarto con siete billetes de a cien a su lado. Y le llegaron juntos, la sonrisa y las lagrimas.
Y en ultimo minuto regresa del pensamiento, y suelta un gemido, el cual le asegura que el hombre desconocido le sera fiel, por menos en los siete a once minutos comprados.

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1 thought on “Siete a Once”

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    Dec.03.04

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